Los móviles no sirven para jugar en serio. Son rivales dignos de las consolas portátiles. No tienen futuro para propuestas serias. Le van a comer el mercado a lo tradicional en poco tiempo. Argumentos tan contrapuestos y manidos que ha motivado guerras y guerras de tinta, tanto electrónica como física. Ya ha pasado mucho tiempo desde que un terminal de este tipo servía solo para llamar, jugar como mucho a la serpiente monocromo y mandar mensajes. Incluso hoy en día se podría llegar a dudar si esa cosa que llevamos en el bolsillo es un pequeño ordenador.
iOS, y un poco después Android, han llevado al mercado smartphone a ser capaz de hacer frente en usabilidad a los todopoderosos ordenadores, llegando incluso con sus «hermanos mayores», los tablets, a discutirle el mercado limpiamente. Hay cosas que aún no pueden hacer, y otras para las que simplemente no tienen rival. ¿Serán los juegos algún día uno de ellos? Como ya discutí en un artículo con algo de tiempo, la clave está en la mejora de control, y «tomarse más en serio» la plataforma de trabajo.