En el momento de escribir estas líneas, Stadia (la plataforma de juego en streaming de Google) ha cumplido sus primeros tres meses en el mercado. Un periodo donde hay aspectos positivos, como su funcionamiento, y otros negativos, los cuales cubren desde funciones prometidas aún no lanzadas a la limitación de disponibilidad, pasando por el modelo de negocio menos competitivo que lo que plantean otros rivales como Microsoft o Nvidia, y uno de los principales problemas a solventar para plantearse siquiera despuntar: la falta de catálogo. Y es que Stadia, en su lanzamiento, apenas contaba con algunos ports de juegos con algo de tiempo en el mercado (y, por tanto, rebajas a sus espaldas), siendo la única obra exclusiva un pequeño proyecto de los españoles Tequila Works.
Lo cierto es que es una maniobra valiente por su parte publicar un videojuego como exclusivo de una plataforma que sigue siendo en muchos sentidos una incógnita. El bagaje de Tequila no deja de estar centrados en obras de pequeño y mediano perfil (como Rime, The Sexy Brutale o Deadlight), proyectos de corte independiente que, no obstante, han demostrado sobradamente su calidad y sensibilidad como estudio. Gylt viene a continuar su camino adentrándose en un género nuevo, como es el terror, planteando una aventura que mezcla el sigilo, los puzles y la acción de un modo interesante, atreviéndose tímidamente a dar pinceladas del género metroidvania, pero sin profundizar excesivamente en ninguno de sus apartados y resultando en último término un juego accesible pero no demasiado ambicioso, con, eso sí mucha sensibilidad y buen hacer en la representación del acoso escolar.