Análisis: FF7 Remake Episode Intermission

Final Fantasy VII Remake llegó a los jugadores el pasado año 2020, y, cuanto menos, supo no dejar a nadie indiferente. La obra dirigida por Tetsuya Nomura se embarcó en la difícil empresa de actualizar algo más que un videojuego, ya que, para muchos, la historia de Cloud y compañía fue su primer contacto con la saga, con los juegos de rol, o puede que incluso con la industria. Es muy difícil cumplir las expectativas en estas circunstancias, tocando algo considerado “sagrado” para muchos. Pese a ello, Square Enix supo tomar decisiones que, al menos yo, considero acertadas, profundizando mucho más en esa Midgar que apenas veíamos unas horas en el original, y aquí gana entidad para ser su propio juego. Donde tenía que ser fiel, lograba serlo al tiempo que modernizaba la experiencia, pero también se tomó licencias extendiendo con más contenido (más contexto para unos, relleno para otros) y, sobre todo, adoptando una arriesgada decisión en torno a sus compases finales que logró polarizar definitivamente a una fan base que ya tenía cierto escepticismo con el proyecto.

Con el lanzamiento de Playstation 5 y Xbox Series, muchos videojuegos han venido actualizándose para aprovechar la mayor potencia de estos sistemas, y Square Enix no iba a ser menos, extendiendo la exclusividad de la obra con Sony para aportarles un exclusivo temporal a una PS5 que aún tiene dificultades para justificar el salto desde PS4. No obstante, lo que han llamado “Final Fantasy VII Remake Integrade” apenas supone un lavado de cara técnico (en algunos puntos necesario), pero, quizá para darle mayor entidad, ha venido acompañado de un contenido descargable innecesariamente exclusivo denominado “Episode Intermission”, focalizado en Yuffie, y en el cual me centraré en este texto. Considerando que muchos aspectos a nivel de diseño jugable ya vienen dados por el juego original, recomiendo echar un vistazo a mi análisis del mismo para profundizar más. Cabe decir que, pese a ser una suerte de historia independiente a la del Remake, se encuentra entroncada en medio de los acontecimientos del mismo, por lo que es recomendable jugarlo una vez finalizado. No solo facilitará la curva de aprendizaje en el combate, sino que también permitirá comprender mejor ciertas cosas del argumento y, especialmente, contextualizar el final extendido que aporta Intermission a la conclusión original.

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Análisis: Final Fantasy VII Remake

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Hablar de Final Fantasy VII es hacerlo de algo más que un simple videojuego. Cuando Squaresoft lanzó el original en 1997, hace 23 años, quizá no podía prever el impacto que tendría en una industria que estaba dando sus primeros pasos en lo tridimensional. Significó la ruptura con Nintendo y el salto a la debutante Playstation de Sony, la cual lograría imponerse gracias a un importante apoyo japonés del que FF7 forma parte. El salto de los sprites al 3D para la franquicia que, pese a todo, logró mantener sus señas de identidad. El nacimiento de una trama y personajes que ya forman parte del legado de los videojuegos. Es difícil hablar de Final Fantasy VII porque, más que un videojuego, es casi una suerte de leyenda, el primer FF de muchos, puede que incluso el primer RPG. Cabe por tanto entender la delicada empresa en la que se embarcó Square Enix al decidir hacer un remake del mismo, cuando ni tan siquiera se atrevieron a hacerlo en su día cuando lanzaron la Compilation, extendiendo el universo alrededor de una obra original inalterada.

Cuando en el ya lejano E3 de 2015 (tras una broma de mal gusto meses antes con el anuncio de un remaster del original con bombos y platillos) se anunció este remake, Square Enix ya era consciente de la dificultad que tenía ante sí. Cuando un juego es tan querido como este, cualquier decisión y cambio puede ser considerado un sacrilegio, siendo las comparaciones inevitables. Parte de los padres espirituales del original de PSX ni siquiera están ya en la compañía, incluyendo el más importante, Hinoboru Sakaguchi. De hecho, ni siquiera Square Enix es Squaresoft, ni la imagen de Final Fantasy goza del estatus de leyenda del pasado. Tras la trilogía de Lightning o el atropellado Final Fantasy XV, con la notable excepción de XIV, la imagen de la franquicia es distinta, perdiendo la confianza de los fans más antiguos pese a que las ventas aún acompañen. Esencialmente, muchos no les creían capaces de estar a la altura de una obra como Final Fantasy VII.

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